El amor y la ciudad



Leía un articulo en The Guardian, en el que decía un sociólogo que - a partir de los veinticinco o treinta años resultaba bastante complicado encontrar pareja. Se refería a los heterosexuales en Londres pero me tocó mucho por ser tan parecido a la situación mía en Chicago. En una de las ciudades más pobladas en el país y en pleno siglo XXI, parece ridículo que encontrar pareja resulta bastante complicado. 

Chicago cuenta con casi 3 millones de personas, dejando a lado sus suburbios. Está en el tercer lugar de las ciudades más pobladas de los EEUU: menos de Los Ángeles pero más de Houston. De sus tres millones de residentes, importa a mí un porcentaje de 8-10 porque se asume que - de cualquier población, un 8-10% es LGBT. Así quedan 300,000. Por supuesto, el género femenino forma 50% de nuestra especie así que - aunque me gustan mucho las mujeres, no tanto en el contexto de dating - tengo que cortar en mitad esta cifra a 150,000. Más, hay que cortarle unos 50,000 de los chicos bajos de la edad legal. Bien -- haciendo una hipótesis fundamentada, este número representa el número de chicos gay unos 100,000 y pico. 100,000 no sonaría mal si yo viviera en el culo del mundo pero vivo en Chicago y ése 100,000 se cabrá en cualquier barrio de la metrópolis con espacio suficiente para ponerle un parque hermoso. Pero, anda. De este número que quedan, hay que ponerle más restricciones.

Tengo una serie de requisitos. Busco a un chico que tenga entre 35 y 45 años, bien educado, culto, en buena forma física, y tenga estudios universitarios. La raza no me importa aunque me daría un gustos encontrar alguien quien hable hispana. Y, por supuesto, que no ya tenga pareja. Aclarando este último punto suene poco necesario pero, según ha avanzado el tiempo, te lo juro que los chicos gay tienen relaciones abiertas contando con dos o tres personas es cada vez más común. He perdido la cuenta de las cuantas veces se me ha obligado rechazar ir a una cita con un chico por él había sido ya en una relación. Ya más, este chico tendría que sentirse atraído por mí. Después de aplicar estos requisitos al número original de 100,000, creo que quedan 10 o 15 chicos en toda la ciudad.

El problema que sale es ¿cómo encontrar estos 10 o 15?

El internet importa más y más. Hace falta que te metas en los apps de citas por Internet si quieres encontrar pareja. Casi todo el mundo gay se encuentra en los apps de citas por Internet. Según opinión popular, los bares se han reemplazado por los apps como destino en donde se conoce la gente. Si es verdad, eso representaría un cambio radical en la cultura gay occidental. Y no necesariamente por lo mejor.

Por un lado, los apps han quitado el poder de los bares como porteros de la comunidad gay. En el siglo anterior, tenía que conformarte con las pocas oportunidades que eran disponibles para andar con tu tribu. Es decir, tenías que ir a los bares si querías encontrar pareja o conocer gente gay. Era un fastidio – se tocaba música insoportable, te cobraban entradas absurdas, y para colmo se llenaban de un humo de cigarillo como mal nube de contaminación. Dicho esto, el ambiente de los bares a muchos chicos les atraía y más en aquellos espacios se encontraron felicidad y paz. No tenías fingir ni mentir. Se respiraba (a pesar del maldito humo) tranquilo. Le ofrecieron los bares un sentido de comunidad. Ellos a menudo patrocinaban varios eventos públicos y programas de salud (sin duda en el contexto de la VIH). Para mi, la oveja negra, los bares llevaron un precio demasiado alto y valía la pena muy poca. Por eso, agradezco mucho que el siglo XX haya acabado.

Por otro lado, cabe decir que las apps sí nos conectan más que nunca: uno puede ver y ponerte en contacto con chicos estén donde estén - o en el mismo barrio o en otro estado. Eso no suena mal, no? Pero esta tecnología democrática trae a tu vida personal dos temas que suelen andar juntos en la vida profesional: competencia fuerte y una mercadotecnia feroz. Dicho en otras palabras, hacer dating en el siglo XXI te obliga publicarte. Hay que crear un perfil en que escribes una historia sobre tu vida, tus gustos, y una foto que reclama a la gente preste atención a todo que hayas escrito. Esto me cansa. Y, si logras conseguir una cita real (en un café o bar), sueles encontrarte dentro de una entrevista en lugar de una conversación:

     "De qué te dedicas? En cuál barrio vives? Qué tipo de música te mola?" o hay que escuchar a un          tipo habla sobre sí mismo: "déjame decirte todo sobre mis vacaciones a lugares exóticos mientras        evitando hablar con los residentes. Conoces a fulanito? Es un chico muy gracioso... Pues yo                trabajo en una empresa bien reconocida blah blah..."

Una vez, fui a un bar para conocer a un chico después de charlar con él por un rato en un app. Era guapo y caía dentro de mis requisitos ya mencionados. Tenía esperanza de que, al mínimo, tuviéramos una buena conversación en lugar de lo que sucedió en realidad. Hablaba como si no tuviera abuelos, menospreciando a todo asunto que salía en conversación. Era un cursi tal y cual quien me dio muy - muy - mala espina. Le di una excusa y me fui del bar corriendo en menos de 15 minutos.

Llego dos años viviendo en Chicago y aún me encuentro soltero. Para ser sincero, me desanimo a veces. Sin embargo, no echo balones fuera. Poco a poco, mis experiencias en Chicago me han llevado en pensar que la manera directa para conocer gente - por los apps - me va mal. No vale dejarme calentar. Soy yo la oveja negra, así que me cae a mí la responsabilidad de asomarme a donde está la gente que quiero conocer y no al revés. Mejor pasar tiempo en los espacios en los que ya me siento cómodo - los cafés, los intercambios en español, el gym, y el centro de acogido en donde trabajo como voluntario. No habría problema si no conozco a nadie nuevo en estos espacios porque habría echado tiempo haciendo algo importante y que me da un gusto. En el caso de que sí conozca a alguien, todo lo mejor por saber antemano que compartimos algo en común. Tengo que hacerme a la idea de que me costará mucho tiempo en encontrar un novio.

Al fin y al cabo, vivir en esta ciudad es un gustazo. Hay tantas oportunidades de gozar la vida: barrios por explorar, servir a la gente, caminar con mi perro, meterme en conversaciones con otros hispanohablantes, etc. Estos cosecharán. No sé cuando ni cómo, pero estoy listo para lo que venga.





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