Con Tango Son Tres

Me acordé haber escuchado de las noticias que trataban de una pareja pingüino en Nueva York que creía a una bebé recién eclosionada en un zoo municipal. Esa noticia no habría merecida mucha atención, y menos probable que se le dedicara varios minutos en las cadenas nacionales, sin que en este caso dicha pareja pingüino se formó por dos varones. Era pareja gay. Gracias a la homofobia que andaba suelta en los medios de comunicación de esa época (2000), hacían muchas bromas los 'comics' de noche. Se mofaba la gente en general sobre los animales neoyorquinos. Los religiosos denunciaron a la gerencia del Central Park Zoo por la supuestamente herejía de haberles sacado a los animales de su estado natural -- de lo cual Dios sí mismo había arreglado -- y en su lugar los había puesto en una situación que más se conformaba al "agenda gay." Lo que quisiera decir. Era más allá de lo absurdo.

Menciono esto para dar una plataforma a este ensayo. Esperaba animarle a Patrick en su entonces clase de español, pues pedí al biblioteca universitaria varios libros escritos en español sobre relaciones personales saludables y de cariño entre homosexuales. Más concreto, buscaba libros en los que se tomara una perspectiva juvenil del tema. Habría sido valido cero presentarle a Patrick libros para mayores ni tampoco ellos escritos en un estilo académico. Al encontrarme al portal de la biblioteca de Loyola sin el mínimo idea en cómo hacer una búsqueda por tal libros, fui a Amazon. Allí, logré hallar una cantidad importante de libros que cumplían con mis requisitos. Ya que estuve armado con los números ISBN, los puse en la búsqueda de Loyola y *bum!* allí aparecieron en la pantalla los libros para ser prestados desde bibliotecas tan cercanas como las de Chicago y tan lejanas como las de España. Y todos dispuestos por gratis. A las bibliotecas se les merecen todo nuestro amor y apoyo.

Uno de los libros prestados trató del caso de la pareja pingüino. Se tituló "Con Tango Son Tres," haciendo referencia a la polluela que se eclosionó tras ser cuidado por una pareja masculino. Los dos pingüinos adultos cuidaban a un huevo que les fue dado por su cuidador. Con un huevo en su nido, los dos pingüinos comenzaron actuar como cualquier otra pareja pingüino: hacían turnos en emplazar el huevo para empollarlo uno y otro. Le tocaba uno y al otro cuidar el huevo (hasta dándole vueltas en el nido para que se calentara bien) por un mes hasta que eclosionó. Se llamó Tango, porque el cuidador dijo que se necesitaban dos para bailar un tango. Y cuidar a un bebé es algo tan bonito como complicado -- como un tango. Los dos pingüinos juntos echaron a darle de comer a su cría, enseñarle llamar a sus parientes cuando estuviera hambrienta, y cómo nadar. Lo hacían todos juntos como todas las familias en la casa de los pingüinos. A las familias de seres humanos que iban a visitar los animales al Zoo les encantaba ver la familia de Tango y darle ánimo sin importar se vieran nadando en el estanque o se estuvieran acurrucando en grupo.

A pesar de mi ilusión, a ninguno de los libros se le fijaba mucho Patrick. Me decepcionó su falta de interés porque todos contaban cuentos interesantes y llevaban diseños artísticos llamativos. De los cinco que se prestaron, el de los pingüinos se escribió con estilo y léxico adecuados por adolescentes. Pero no logré que a Patrick le tomara interés en la historia de los primeros pingüino varones -- de la cual todos los hechos fueron ciertos -- que se habían convertido en una familia.








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