Una conversación ultramar


Aunque hay que hacer un esfuerzo de verdad para encontrarlos, los podcasts de Radio Nacional Español (RNE) valen la pena buscarse. Hace un año, buscaba algo de escuchar cuando me topé con un nuevo programa: Grandes Minorías. Para irme al grano, este blog se dedica a las correspondencias entre mí y Winnie, la periodista-creadora del programa. Se inspiraron por el episodio titulado "La mujer autista que pensaba que estaba mal hecha." Incluyo aquí el enlace al episodio:




A Winnie y Aída os deseo todo lo mejor. Soy estadounidense, viviendo en Chicago. Suelo pasar la madrugadas escuchando a la radio española para mejor mi español, y esta mañana el podcast de la RNE dedicado a las grandes minorías me llamó la atención. Y qué cosa más maravillosa! El testimonio de Aída sobre sus desafíos, éxitos, y sobretodo sus maneras de prosperar dentro de (y, a veces, afuera de) una sociedad no construida para personas como ella — me hizo sonreír. Ánimo, Aída y Winnie! A vosotras se os ha ganado un fanático aquí en los Estados Unidos.





¡Hola, soy Winnie, de Grandes Minorías! Tanto a Aida como a mí nos ha encantado tu comentario. Muchísimas gracias por tus palabras y tu apoyo. Te escribo porque es una alegría saber que hay alguien ahí, más allá del charco, ¡en Chicago, nada menos! Me siento muy agradecida. Para cualquier cosa, ya sabes dónde estoy. Grandes Minorías seguirá en marcha, espero que por mucho tiempo, y cuanto más grande sea la comunidad, pienso que conseguiremos entre todos una sociedad más justa. Así que de nuevo, gracias. Puedes suscribirte a Grandes Minorías para recibir cada semana en tu correo las distintas historias. Aquí te dejo el enlace por si te interesa https://www.grandesminorias.com/newsletter/

Un abrazo grande  P.D. Te escribo en español para que puedas practicarlo, pero si prefieres, puedo escribirte este mail en inglés.




Winnie (y Aída, en el caso de que leas este mensaje) -- wow. Qué emoción haber recibido un mensaje tan bonito e inesperado como el que me enviaste. Antes de todo, lo que me gustaría compartir con vosotras es cuánto resonaron las maneras con las que Aída se definía. Hablaba de haberse puesto una máscara, haciendo su propio manual de comportamiento hecho de habilidades sociales aprendidas para navegarse por la sociedad tal y como era/es. Hay que montar un grandísimo esfuerzo para ser la persona que no eres, solo para adaptarte a las expectativas de los que te rodean. Es pésimo. A veces, resulta demasiado. Dicen que las normas forman lo personal. Yo diría que nuestras elecciones nos forman (disculpas a robarle a Dumbledore sus hermosas palabras). Se me ocurrió, al escuchar a la entrevista por la quinta vez, que me había sentido muy parecido cuando yo era de pequeño -- aunque jamás hubiera sabido emplear dichas expresiones tan aptas como las que Aída usó. Soy gay y mis padres nos crecieron a nosotros hermanos en una pequeña casa en las aldeas de Detroit. Muy de clase media; luego, habríamos caído en una durísima pobreza tras su divorcio. Me acuerdo bien las lecciones ambas severas y sutiles que la cultura me enseñó sobre las múltiples identidades de clase y de sexualidad para que yo actuara ... no exactamente "mejor," sino "correcto." Es lo que dijo Aída: "cuando no te adaptas, estás mal." Sin duda, se hacía y crecía lentamente según avanzaba el tiempo mi propio manual de comportamiento hasta tal punto de que ya no tendría ni la menor idea como se pudiera separar de mi identidad actual. Echando un ojo atrás, parece bastante irónico que nuestras identidades mal entendidas por los demás quedaran siendo la fuente misma de la fuerza ética y potencia moral que ya se pone en uso para nuestras culturas: apoyar a la gente -- sea como sea. A hostias con todo lo demás. Ser una persona diferente/rara puede provocar tanta incertidumbre, angustia, o hasta rechazos rotundos hacía a nuestras personas como Aída misma decía al compartir su anécdota de haberse etiquetada "la empanada" por los conocidos. Lo digo en serio, mis ojos se encharcaban al oírle hablar de la falta de valor hacia lo que se les enseñara por los autistas al mundo neurotípico. Dice algo positivo y rico que Aída ha logrado salirse adelante, hasta (y esperamos más allá) tal punto de que su voz se escuchó tan lejos de su España hogar -- hasta lograr inspirar a un chico quien se encuentra en las orillas del gran Lago Míchigan.

Una nota personal: se agradeció la oferta de comunicarte en inglés. Pero se rechazó con una sonrisa. :) Llevo veinte años viviendo con el idioma castellano, tal que pienso de él como si fuera la otra mitad de mi personalidad. Pero, como había explicado Aída en el programa de radio, todavía sigo metiendo la pata con lo cual los nativos lo hacen de forma natural y espontáneamente. Me hace tantísima ilusión usar el idioma en cualquier forma, aunque me lleva muchísimo tiempo escribir hasta un párrafo por el miedo de que el/la lector no entienda lo que había intentado describir (e incluso esta réplica, por ejemplo). Y suelo sentirme ajeno de los nativos al encontrarme en una conversación realizada en español gracias a la falta de confianza. Y... ahorita ya pasamos a la segunda razón de mi correspondencia: para decirle a Aída (hooola!) de cuánto resonó su presencia -- bastante y claramente humana -- con esta parte de mi personalidad. Es mi costumbre escuchar a un podcast en español todos los sábados. Se toman notas. Se guardan frases nuevas en una hoja de cálculo para revisarse más después. Pero la entrevista entre vosotras era de otro mundo. Se escuchó en la voz de Aída algo nuevo: un modelo de expresión. Aquella mañana, la mitad hispana se despertó y se fijó en la calidad de auto-expresión de Aída. Ella se había expresado con tal desenvoltura y tal cariño, que me dejó esperando de que llegara el día en el que yo sería capaz de expresarme con la misma calidad mostrada en el programa. Que monte su propio podcast! Tendría un oyente listo y atento. 

Un abrazo cordial enviado desde Chicago,
Donald Martín


¡Hola, Donald! GRACIAS por tus palabras. Le voy a enviar tu mail a Aida para que lo vea, seguro que le va a encantar. Si algún día vienes a Madrid y quieres compartir tu historia conmigo, estaré encantada de entrevistarte. O si algún día voy yo a Chicago, ¡quién sabe! Hasta entonces muchísimas gracias de nuevo. Un abrazo grande.

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